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  • Writer's pictureAna de Andrés

SOBRE EL ”FLUIR”... y LA DETERMINACIÓN


Acabo de volver de un mes en California.

Me siento re-inspirada y re-estimulada a pesar de todo lo que está pasando en el mundo ... o precisamente debido a algunas de las otras cosas que también están pasando.

En estas pocas semanas he tenido la oportunidad de “instruirme” sobre coches eléctricos, Emily Dickinson, cómo envejecer con gracia, la manipulación visceral y la terapia craneosacral, cómo invocar a través del movimiento, la colaboración de verdad, el poder de la naturaleza, cómo adoptar una actitud de no odio e involucrarse de forma creativa en política bajo la Administración de Trump, cómo reinventar comunidades en su momento pioneras en este "nuevo orden", las dinámicas de una sociedad de alta tecnología-alto talento, la belleza de un grupo de mujeres fuertes y generosas unidas, la resiliencia de una visión bien construida hace más de 70 años, la lucha de un proyecto que fue revolucionario para incorporar lo nuevo integrando lo viejo, el poder terapéutico del arte y de la belleza, la importancia de involucrar cuerpo, mente y espíritu en los procesos de sanación, la combinación virtuosa de pasión y perseverancia como base del éxito, la importancia de la presencia,  lo positivo de los "malos días", el valor de una actitud exenta de “sermones”, las nuevas tendencias en el mundo de las citas por Internet -incluyendo pistas para crear un perfil invencible en Bumble- (tengo que apoyar a mis singles:) ... y por último, aunque no menos importante, el inmenso poder de estar en conversaciones con “espíritus afines”.

... Y sin embargo, no me siento abrumada, porque estas pocas semanas también han sido un recordatorio de la fuerza de la conciencia plena cuando no nos “interponemos” en el camino de lo que vivimos añadiéndoles nuestra “interpretación”. Del poder de fluir, de dejar ir y estar “despiertos” sin levantar ninguna barrera. Del poder de desconectar la "charla de la mente", algo que aparece como una tarea urgente si creemos (incluso si no lo creemos del todo) lo que los neurocientíficos afirman: que la mente “produce” una media de 60.000 a 80.000 pensamientos al día.

Esta sensación de "fluir", este saber que todo puede ser posible si así lo decidimos ... y que realmente hay orden al otro lado del caos es un punto de inflexión. Aprender a vivir desde ahí y a apreciar las "promesas" -mucho más numerosas que los "peligros"-  de este estado, actuando desde lo que para mi es una especie de "inocencia sabia" y volviendo a él a nuestro antojo, tanto individualmente como con otros, parece una causa realmente poderosa en la que involucrarse en los meses venideros. Una que para mí merece exploración, energía, pasión y cuidado.

Sin embargo, espero ser la única en tener que confesar que no he estado cuidando muy bien este estado de "flujo" y atesorándolo como merece. Permitidme añadir que ese "fluir" que estoy describiendo tiene mucho que ver con ser conscientes y nada que ver con el lugar de adormecimiento (o "ausencia" para usar las palabras de Otto Scharmer) donde nuestras tremendamente ocupadas vidas parecen estar llevándonos. Este "fluir" es el único lugar desde el que podemos transformar realmente nuestros proyectos, nuestros equipos, nuestras organizaciones ... y a nosotros mismos.

Recientemente escuché a una mujer lúcida algo muy sabio: "El caos sucede cuando estamos en discusión con la vida". De hecho, en realidad hay mucha brillantez en la confusión y podríamos estar mucho mejor si sólo tratamos de aprender a transitarla con gracia. Veo muchas oportunidades perdidas -yo misma pierdo muchas- porque no podemos superar el miedo. No estoy hablando de "tolerar" la ambigüedad, que parece estar de moda y es ya pieza aceptada en el debate actual, sino de entender que es un paso fundamental en cualquier proceso de creación y/o transformación, y que sólo viviéndolo y “surfeando su ola” podemos cruzar cualquier umbral significativo.

Por otra parte,  no sé lo que pensaréis, pero para mí, y aunque suene a paradoja, la compañía perfecta para este estado de “flujo” es la determinación. Angela Lee Duckworth, escritora y ganadora del prestigioso premio MacArthur habla mucho acerca de esta “determinación” en su libro, apoyando con datos contrastados algo que mi abuela -probablemente la vuestra también- solía decir usando palabras más simples ... que la determinación es un factor crítico para lograr el éxito y que casi todo lo importante se obtiene combinando talento y esfuerzo. Ella (Duckworth) define la determinación como la combinación de pasión -caracterizada por la consistencia de las metas sostenidas durante largos períodos de tiempo y no por la intensidad o entusiasmo espontáneo y breve- y la perseverancia, descrita como la capacidad de superar reveses, de trabajar duro, y de terminar las cosas que comenzamos. Y añade algo muy interesante ... que tendemos a idolatrar el talento porque protege nuestro ego (quizás no el vuestro, esto sólo se aplica a aquellos de nosotros que lo tenemos :) porque si los éxitos de otras personas se deben al talento innato, entonces estamos en una desventaja inherente, y por lo tanto no tenemos que sentirnos mal por no estar a la altura de los dones que no tenemos.

Permitidme el atrevimiento de afirmar que muchos de las males que veo en personas, equipos y organizaciones en estos días están relacionadas con lo que podría caracterizar como falta de determinación. Estoy hablando de nuestra incapacidad para estar en plena posesión de nuestros talentos, recursos y fortalezas y para traspasar los límites percibidos con disciplina y sin poner excusas.

Si me pongo a pensar, los líderes -y los seres humanos- más sabios que conozco muestran una combinación virtuosa de este “fluir” con altos grados de determinación. Dadas las circunstancias, y para decirlo con suavidad, no creo que podamos esperar mucha claridad a ningún nivel, desde la geopolítica hasta la naturaleza, en el futuro próximo, ¿no os parece? Por lo tanto, parece un buen momento para practicar nuestra capacidad de “fluir”... Me gustaría desafiaros -desafiarnos- a practicar también al máximo nuestra determinación, solo hasta que lleguemos a una fase -que aparece muy lejana últimamente- de claridad.

Permitidme añadir que probablemente la manera más fácil de lograr que nuestra determinación y nuestro coraje innatos brillen es la de unirnos a una cultura que los valore... y que si nuestra organización no lo hace, es un buen momento para hacer lo que esté en nuestras manos para así sea ... a menos que haya dejado de importarnos su éxito, en cuyo caso lo mejor sería quitarnos de en medio. 

Pd: Termino de traducir este post tres semanas más tarde... sigo tratando de “ fluir” mientras la vida me “ataca”. ¿Os suena? Creo que la cosa va de perseverar y de que disfrutemos del viaje, es la única manera de crear un futuro distinto. De lo contrario, todos sabemos que nada cambiará. Os prometo hacer lo mismo :).


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